
Madre Santísima, en esta mañana de sábado 2 de noviembre, me acerco a Ti con un corazón humilde y lleno de gratitud. Gracias por tu amor maternal, por ser mi refugio en los momentos de inquietud y por tu constante intercesión ante tu Hijo Jesús. Hoy quiero encomendarte cada instante de mi jornada, para que me acompañes y me guías en cada paso que dé.
Tú, que conoces mis pensamientos y mis necesidades, sabes bien las inquietudes y los anhelos de mi corazón. Te entrego todas mis preocupaciones, mis deseos y mis temores, confiando en que los pondrás en las manos de tu Hijo. Dame la paz y la serenidad para afrontar cada situación con fe y alegría, y ayúdame a vivir este día con un corazón generoso y lleno de amor.
Madre, te pido que me enseñes a ver a los demás con los ojos de amor con los que Tú los miras. Que cada palabra y acción que realiza hoy sea un reflejo de la compasión y la bondad que Tú nos muestras. Que pueda ser un instrumento de paz y consuelo para quienes me rodean, y que mi vida sea un testimonio de la paz y la esperanza que encontramos en tu amor.
Te encomiendo también a mis seres queridos, a mi familia ya mis amigos. Te pido que los protejas, que los guías y que los bendigas en todo lo que hagan. Que sientan tu amor y tu presencia en sus vidas, y que en medio de sus actividades encuentren momentos de paz y serenidad. Intercede por ellos ante Jesús, y que en cada uno de ellos florezca la paz y la esperanza.
María, en esta jornada, te pido que me des la humildad para aceptar la voluntad de Dios en mi vida y la fortaleza para seguir adelante con fe y confianza. Que en los momentos de dificultad pueda recordar que Tú estás a mi lado, guiándome y sosteniéndome con tu amor maternal. Que mi fe sea más fuerte que cualquier temor, y que pueda caminar con la certeza de que nunca estoy solo.
Te pido también, Madre, por aquellos que hoy están sufriendo, por los que se sienten solos, por los enfermos y por los que han perdido la esperanza. Que a través de tu intercesión puedan sentir la paz y el consuelo que vienen de Dios, y que encuentren en tu Hijo Jesús la fuerza para seguir adelante.
Gracias, María, por tu amor, por tu intercesión y por ser mi guía y protectora. Que este día sea de bendición y paz, y que en cada momento pueda sentir tu presencia acompañándome y llevándome hacia el corazón de Jesús.
Amén.
Apoya a la página comprando el siguiente libro:
El Libro de Oraciones Católicas
