
Querida Virgen María, en esta mañana te ofrezco mis pensamientos y mis deseos, confiando en tu amor maternal y tu intercesión. Hoy, como cada día, me acerco a ti con humildad y devoción, pidiéndote que me guías en el camino de la fe y que, con tu ejemplo, me ayudas a vivir este día con un corazón puro y lleno de amor.
Madre de misericordia, te ruego que pongas tu manto protector sobre mi vida y la de mis seres queridos. Que este día esté lleno de paz y de gracia, y que en cada momento pueda sentir tu presencia junto a mí. Ayúdame a enfrentar los desafíos con valentía, sabiendo que tú, como buena madre, me acompañas y guías.
Te pido también, Madre Santísima, por aquellos que hoy necesitan consuelo, por los enfermos, por los solitarios y por los que buscan esperanza. Intercede por ellos y llévalos hacia el amor de tu Hijo, Jesús, para que encuentren en Él la paz que tanto anhelan.
Gracias, Virgen María, por escuchar mis oraciones. Que este día esté bajo tu protección y que cada paso que dé sea un reflejo de la bondad y la ternura que tú nos inspira.
Amén.