
Hoy quiero entregarte mis preocupaciones, mis miedos y todo lo que inquieta mi corazón. Llévalos a tu Hijo Jesús, para que en su infinita misericordia me conceda la paz y el descanso que tanto necesito. Ayúdame a soltar todo aquello que no puedo controlar ya plenamente confiar en los planos de Dios, sabiendo que su amor nunca me abandona.
Querida Virgen María, en esta noche serena acudo a ti con un corazón humilde y lleno de gratitud. Gracias, Madre amorosa, por haberme acompañado durante este día, por guiar mis pasos y protegerme bajo tu manto. Te doy gracias por cada momento vivido, por las alegrías y también por los retos, que me ayudaron a crecer en fe y confianza en Dios.
Madre Santísima, te pido que cuides de mi familia y de todos mis seres queridos. Protégelos durante esta noche, llénalos de paz y consuelo, y guía sus corazones hacia tu Hijo. Intercede por quienes esta noche sienten soledad o sufrimiento; consuela a los enfermos, fortalece a los que están cansados y brinda esperanza a quienes la han perdido.
Enséñame, Madre, a seguir tu ejemplo de fe y entrega. Que, como tú, pueda aceptar la voluntad de Dios con humildad y alegría, viviendo cada día con un corazón dispuesto a amar y servir. Gracias, Virgen María, por ser mi refugio y mi consuelo. Que esta noche pueda descansar en tu amor, y que mi espíritu se renueve bajo tu protección.
En esta noche tranquila, deja en tus manos mi vida, mis sueños y mis esperanzas. Ruega por mí, Virgen de la noche, y acompáñame siempre en el camino hacia tu Hijo.
Amén.